sábado, 6 de noviembre de 2010

DE LA CLANDESTINIDAD AL CONSUMO LEGAL DE LA MARIHUANA.



Tras el rechazo a la llamada propuesta 19 es innegable el crecimiento de los partidarios por la legalización en el consumo de cannabis, que en este referéndum  represento el 44% de los votantes.  De esta forma el rechazo que se dio el pasado 2 de Noviembre más que dar carpetazo al tema debe dejar en claro que el debate es necesario e impostergable.
En el debate que se refiere a los “beneficios” y “consecuencias negativas” sobre la legalización del consumo  de marihuana, están presentes algunos puntos como: La disminución de costos, al eliminar los altos costos de producción y a los intermediarios. El costo actual de las drogas se ve encarecido principalmente por la inversión que se tiene que hacer en pagos por protección, pasando por; contratar a quienes cuiden los sembradíos y que por lo regular son personas que encuentran en el narcotráfico un pago que no compite con los bajísimos salarios que ofrecen las empresas; fomentar la corrupción de las instituciones encargadas de combatir el narcotráfico; inversión en armamento y cuerpos de sicarios encargados de proteger y expandir el territorio de los diversos carteles.
Por otro lado regular la calidad y cantidad del producto que se comercialice lleva a garantizar un daño menor en la salud de los consumidores o efectos colaterales  ya sean ocasionados por sustancias utilizadas en el cultivo de cannabis o por elementos químicos que pretendan alterar los efectos del consumo del THC, sucediendo lo mismo con el control de las cantidades que se comercialicen a los consumidores, facilitando la detección y canalización (en el caso de ser requerido) de aquellos consumidores que presenten un grado de adicción (diferenciado del uso netamente recreativo, por los efectos en la vida cotidiana, que se ven desplazados o transformados por el uso de alguna sustancia).
Otro de los grandes temas en el debate es la eliminación de los lazos existentes entre el crimen organizado (en diversas modalidades) y los grupos de poder (ya sean políticos o económicos). Al coartar la venta de protección y sacar al uso de cannabis de la clandestinidad se rompería totalmente con la necesidad de entablar relaciones de poder que se ven insertas en un ejercicio dialectico corrupción y violencia.
El  principal rechazo en contra de todos los puntos anteriores, va en el sentido de que la legalización haría a las drogas un producto de fácil acceso a cualquier persona y probablemente así sea, sin embargo el consumo de marihuana, hoy día es muy común entre sectores económicos marginales (esa ya es una realidad) y en muchos de los casos la falta de recursos económicos lleva a los consumidores a cometer diversos delitos como el robo, la prostitución e incluso el propio narcomenudeo, para poder satisfacer su adicción. También es innegable que los daños a la salud en el consumo de cualquier droga de la que se hable siempre se ven incrementados por la alteración química de las sustancias y la baja calidad de estos productos.
El hecho es que al hablar de legalización las autoridades parecen olvidar el significado de la palabra legalización , significado que va en el sentido de legislar, es decir reglamentar. Obviamente eliminar la prohibición del consumo y venta de marihuana, no implica venderla como panecillos, se tiene que regular el tipo de establecimientos, la edad de consumo, las cantidades, costos, tratamientos de desintoxicación, una amplia cultura de prevención y concientización de los efectos, y más aún (y tal vez la tarea más compleja) una cultura del respeto a la otredad.
Cerrarnos a ver la realidad y la problemática social, económica, cultural y de seguridad que implica la ilegalidad del narcotráfico no soluciona el problema, sin embargo el hecho de que , según reportes de la ONU, el negocio del trafico de drogas genere $400 000 millones anuales, nos lleva a pensar en los altos intereses que están de por medio y que impiden (tras una máscara de protección y difusión de los “buenos valores”) sentar las bases de un consumo regulado que proteja y vigile tanto los derechos de salud como de consumo.

1 comentario:

  1. En primer lugar le temo a Philip Morris, sería mucho más perjudicial una cajetilla de Marlboro Verde.

    Concuerdo con vos en la cacería de brujas cuando ni siquiera se ha discutido bien y se olvidan los significados. Penosamente, como ya es tradición, nuestros lerdos legisladores pretenden tapar el Sol con un dedo y esperar a que alguien más al norte empiece la discusión.

    La nicotina, la taurina, el etanol, el diazepam, los alkaseltzer y aspirinas, todo es "perjudicial" y se vende, por que no ofertar otra sustancia más?

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